Receta: Fettuccine Alfredo ligero y cremoso

Una versión ligera de Fettuccine Alfredo: cremosa, equilibrada y lista en 30 minutos. Trucos prácticos para evitar grumos, variantes y cómo conservarla sin perder textura.

Fettuccine Alfredo ligero

Tiempo total: 30 minutos · Preparación: 10 minutos · Cocción: 20 minutos

Raciones: 4 · Calorías por ración: 370 kcal

Me encanta la cremosidad del Alfredo, pero no siempre quiero la versión más pesada. He desarrollado esta receta para conservar la textura y el sabor característicos y, al mismo tiempo, reducir calorías y grasa sin renunciar al placer. Aquí tienes una versión ligera y contundente que preparo con ingredientes sencillos y trucos prácticos para que el resultado quede suave, brillante y equilibrado.

Ingredientes esenciales y cómo prepararlos

Selección, medidas y sustituciones

Para lograr un Alfredo ligero mantengo tres ideas en mente: usar lácteos con menos grasa mezclados con una pequeña cantidad de crema, aportar sabor con quesos intensos en cantidad moderada y lograr la textura con un queso crema bajo en grasa. En esta receta estas tres líneas convergen y el resultado queda cremoso sin ser empalagoso.

Recomiendo comprar fettuccine de buena calidad y parmesano recién rallado si es posible; el queso premolido altera la textura de la salsa. Si no encuentras Neufchâtel puedes usar queso crema 1/3 menos grasa o ricotta bien batida para un cambio sutil en la textura.

En cuanto a medidas, sigo las cantidades precisas a continuación, pero siéntete libre de ajustar la sal y la pimienta al final. El limón actúa como equilibrante: con solo una cucharadita amplifica la sensación de parmesano y evita que la salsa quede plana.

  • 225 g fettuccine, crudo
  • 1½ cucharada de mantequilla
  • 1½ cucharada de harina de trigo
  • 300 ml de leche desnatada o semi
  • 2 cucharadas de nata para montar (heavy cream)
  • 1 cucharadita de zumo de limón
  • ½ cucharadita de sal (o al gusto)
  • ¼ cucharadita de ajo en polvo (al gusto)
  • 45 g de parmesano finamente rallado (aprox. ¼ taza + 2 cucharadas ligeramente compactadas)
  • 55 g de queso Neufchâtel (o queso crema 1/3 menos grasa), en cubos
  • Pimienta recién molida al gusto
  • Perejil fresco picado para terminar (opcional)
  • Queso romano o más parmesano para servir (opcional, no incluido en calorías)

Preparación paso a paso

Antes de empezar: mis trucos para evitar grumos

Empiezo siempre poniendo la pasta a cocer antes de la salsa: mientras el agua hierve y la pasta se cocina, puedo concentrarme en conseguir una bechamel ligera sin grumos. Usa una cacerola de tamaño medio para la salsa y mantén el fuego medio mientras incorporas la leche poco a poco.

Cuando integres la harina con la mantequilla, cocina la mezcla (roux) durante un par de minutos para eliminar el sabor crudo de la harina; esto también ayuda a espesar la salsa sin necesidad de añadir más grasa. No dejes de remover: la constancia evita grumos y asegura una textura sedosa.

Si quieres aligerar todavía más el plato, reserva siempre un poco del agua de cocción: contiene almidón que emulsiona la salsa y permite estirar la textura sin añadir más leche o crema. Añadir 1–2 cucharadas de agua de cocción al final suele ser suficiente.

Instrucciones numeradas

  1. Cuece la pasta siguiendo las indicaciones del paquete hasta que esté al dente. Reserva 2–3 cucharadas del agua de cocción antes de escurrirla.
  2. Mientras se cuece la pasta, derrite la mantequilla en una cacerola a fuego medio. Añade la harina y cocina, removiendo constantemente, durante 2 minutos para formar un roux ligero.
  3. Añade la leche en varias tandas, incorporando cada adición con varillas para obtener una mezcla lisa. Continúa hasta integrar toda la leche y la nata.
  4. Incorpora el zumo de limón, la sal y el ajo en polvo y sigue removiendo; cocina a fuego medio-bajo hasta que la mezcla espese ligeramente y empiece a burbujear de forma suave.
  5. Reduce el fuego al mínimo e incorpora el parmesano y los cubos de Neufchâtel, removiendo hasta que los quesos se fundan y la salsa quede homogénea.
  6. Si la salsa queda muy espesa, añade unas cucharadas del agua de cocción reservada hasta alcanzar la consistencia deseada. Evita añadir tanta agua que se vuelva demasiado líquida: la salsa debe abrazar la pasta.
  7. Escurre la pasta (no la enjuagues) y viértela directamente en la cacerola con la salsa. Mezcla con cuidado para que cada hebra quede bien cubierta.
  8. Sírvela inmediatamente con pimienta negra recién molida, perejil picado y una pizca de romano o parmesano si lo deseas.

Consejo práctico: la textura se corrige mejor al final. Si la salsa parece demasiado espesa, pocas cucharadas de agua de cocción la harán más fluida sin perder cuerpo. Si quedó demasiado líquida, deja que se reduzca unos minutos a fuego bajo para concentrar el sabor.

Notas, variantes y conservación

Variantes para adaptar la receta

Si buscas añadir proteína, recomiendo pollo a la plancha en tiras o gambas salteadas. Ambas opciones aportan sabor sin enmascarar la salsa. Para una versión vegetariana más rica, puedes añadir champiñones salteados con ajo y un toque de vino blanco al inicio.

Para una alternativa aún más ligera, sustituye parte de la nata por caldo de pollo suave o vegetal, aunque perderás algo de cremosidad. Otra opción es mezclar ricotta batida con un chorrito de leche en lugar de Neufchâtel para obtener una textura distinta pero igualmente sedosa.

Si prefieres un perfil más intenso, aumenta ligeramente el parmesano y suprime el romano de acabado; si buscas un resultado más fresco, incrementa el perejil y añade un poco más de zumo de limón al final.

Conservación y recalentado

La salsa con la pasta es mejor consumirla al momento porque las salsas lácteas tienden a espesar y separarse al guardar. Si necesitas conservar, guarda la pasta y la salsa por separado en recipientes herméticos en el frigorífico hasta 2 días.

Para recalentar, añade una chorrito de leche o agua y calienta a fuego bajo removiendo constantemente; así la salsa recuperará una textura más cercana a la original. Evita el microondas sin añadir líquido porque la salsa puede cuajarse y quedar granulada.

Congelar no es recomendable: los quesos y las emulsiones lácteas suelen perder estructura al descongelarse y alteran la textura del plato.

Tabla nutricional y ajustes

La información nutricional que sigo para esta receta indica 370 kcal por ración y aproximadamente 15 g de grasa. Estos valores consideran las raciones tal y como se describen en los ingredientes y no incluyen el queso romano extra opcional.

Por ración Valor
Calorías 370 kcal
Grasas 15 g (Saturadas 10 g)
Colesterol 93 mg
Sodio 596 mg
Potasio 273 mg
Hidratos de carbono 47 g (Fibra 2 g, Azúcar 5 g)
Proteína 16 g
Vitamina A 556 IU
Vitamina C 1 mg
Calcio 256 mg
Hierro 1 mg

Para reducir calorías o grasa puedes usar leche desnatada y prescindir de la nata; la textura será un poco menos rica pero seguirá siendo satisfactoria si incorporas más Neufchâtel o ricotta ligera en pequeñas cantidades. Para bajar sodio, controla la sal añadida y usa un parmesano con menor sal si está disponible.

Preguntas frecuentes

¿Puedo usar otro tipo de pasta?

Sí. Cualquier pasta larga como tagliatelle o linguine funciona porque la salsa se adhiere bien a hebras anchas. La clave es el tamaño: las salsas cremosas quedan mejor con pastas que ofrezcan superficie para adherencia.

Si utilizas pasta corta, ajustarás la cantidad de salsa para que no quede seca; normalmente añadiré 1–2 cucharadas del agua de cocción extra para lograr la cremosidad adecuada.

Ten en cuenta los tiempos de cocción: la pasta integral suele necesitar más tiempo y absorbe más líquido, lo que afecta la textura final.

¿Por qué añadir zumo de limón?

El limón introduce acidez que realza el sabor del parmesano y compensa la reducción de queso en la versión ligera. Es un pequeño truco de sabor que evita que la salsa resulte plana cuando disminuyes la cantidad de quesos más grasos.

No uses más de una cucharadita al principio; puedes ajustar al final con una gota más si buscas más frescura. Un exceso de ácido rompe la sensación cremosa.

Si prefieres no usar limón, una pizca extra de parmesano o una cucharadita de yogur natural bien batido pueden aportar un matiz similar.

¿Cómo evito que la salsa se corte al recalentar?

La separación suele ocurrir por exceso de calor o por falta de líquido. Recalienta a fuego muy bajo y añade leche o agua de cocción poco a poco mientras remueves con paciencia.

Si la salsa ya se ha cortado, un truco es batir una yema de huevo con una cucharada caliente de la salsa y luego incorporar esa mezcla templada al conjunto removiendo sin dejar que hierva. Esto ayuda a emulsionarla de nuevo.

Evita llevar la salsa a ebullición intensa después de añadir los quesos; el calor alto provoca que las proteínas se separen y que la textura quede granulada.

¿Puedo preparar la salsa con antelación?

Puedes preparar la base (roux y leche) y guardarla en frío hasta el momento de añadir los quesos y la pasta. Esto reduce el tiempo final y preserva mejor la textura.

Si haces la salsa completa, guárdala en un recipiente hermético y enfríala rápidamente. Recalentar con líquido como indicado anteriormente dará el mejor resultado, aunque la textura será algo distinta respecto a la salsa recién hecha.

Mi recomendación: si tienes tiempo, cocina la salsa y la pasta al mismo tiempo; así se integran de forma óptima y el plato queda con la textura más similar a la original.

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Lucia Gomez

Lucía Gomez es cocinera doméstica avanzada y redactora gastronómica centrada en cocina accesible: rápidas, saludables, repostería y batch cooking. Su metodología prioriza ingredientes asequibles, técnicas replicables y tiempos verificados en cocina real. Cada receta incluye lista de ingredientes clara, pasos numerados, variantes por alergias o preferencias y consejos de presentación sin artificios. Lucía dirige la línea editorial de fichas “smart” con tarjeta de información (porciones, tiempos, conservación) y tablas de nutrición aproximada. Apuesta por la recuperación de recetas tradicionales con enfoques modernos (airfryer, olla lenta) y por minimizar desperdicio con reaprovechamientos. Su comunidad valora su tono cercano, los resultados consistentes y su obsesión por testear medidas y horneados para evitar errores comunes.

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