Estas galletas combinan la suavidad de una masa con puré de calabaza y el crujiente aromático del recubrimiento de canela y azúcar. Son tiernas por dentro, ligeramente ácidas por la crema de tártaro y con el equilibrio justo de especias para sentir la calabaza sin que la masa quede tipo bizcocho.
Ficha rápida
Raciones: 36 galletas
Preparación: 25 minutos
Reposo en frío: 45 minutos
Cocción: 26 minutos (por tandas)
Listas en: 1 hora 36 minutos
Calorías por unidad: 136 kcal
Ingredientes
Antes de enumerar las cantidades, aclaro los ingredientes y por qué marcan la diferencia en esta receta. Uso harina todo uso sin blanquear para mantener la miga más estable; la pequeña cantidad de almidón de maíz y la crema de tártaro son las claves para lograr una textura blandita, casi fundente. Para conseguir esa humedad rica y equilibrada, la receta emplea mantequilla a temperatura ambiente combinada con puré de calabaza en conserva (no relleno de tarta). Solo añadimos la yema del huevo porque la calabaza aporta parte de la unión y queremos evitar que la masa quede excesivamente líquida.
Consejos prácticos que aplico siempre: mide la harina con la técnica de “spoon and level” (cucharada y nivelar) para evitar una masa seca; si usas mantequilla salada reduce la sal indicada. He mantenido las proporciones exactas para que obtengas el mismo resultado consistente en cada hornada.
- 3 cups (384 g) harina de trigo todo uso (spoon and level)
- 1 1/2 Tbsp (11 g) almidón de maíz (maicena)
- 2 tsp crema de tártaro
- 1 tsp bicarbonato de sodio
- 3/4 tsp sal (reduce a 1/4 tsp si usas mantequilla salada)
- 1 1/2 tsp canela molida
- 1/2 tsp jengibre molido
- 3/4 tsp nuez moscada molida (preferiblemente recién rallada)
- 1/4 tsp clavo molido o bien una pizca de pimienta de Jamaica (allspice)
- 1 cup (200 g) azúcar moreno claro, bien compactado
- 2/3 cup (133 g) azúcar granulado
- 1 cup mantequilla sin sal, a temperatura ambiente
- 1 yema de huevo grande
- 3/4 cup puré de calabaza en lata (no puré para tarta)
- 1 1/2 tsp extracto de vainilla
Para rebozar
1/4 cup azúcar granulado
1 1/2 tsp canela molida
Preparación paso a paso
Organizo la elaboración en tres momentos claros: mezclar los ingredientes secos para homogeneizar las especias; batir la mantequilla y azúcares y emulsionar con la yema, la calabaza y la vainilla; y finalmente enfríar, formar y hornear. Este orden asegura una textura suave y una superficie ligeramente agrietada típica de los snickerdoodles.
Mezclado y textura
Comienza por combinar en un bol los ingredientes secos: la harina, la maicena, la crema de tártaro, el bicarbonato, la sal y las especias (canela, jengibre, nuez moscada y clavo). Remuevo 20–30 segundos hasta que todo esté uniforme; esto evita puntos con exceso de levadura o especias que quemen al hornear.
En el bol de la batidora con pala (o con varillas eléctricas) crema la mantequilla con el azúcar moreno y el azúcar granulado hasta que la mezcla quede suave y homogénea. No es necesario blanquear hasta el punto de que quede muy pálida; busco una mezcla cremosa que retenga aire justo para levantar ligeramente la galleta sin convertirla en un bizcocho.
Añade la yema, mezcla y después incorpora el puré de calabaza y la vainilla. Raspa bien las paredes del bol para que no queden restos secos. Con la batidora a velocidad baja, añade los ingredientes secos hasta integrarlos sin sobrebatir: trabajo corto y controlado para mantener una miga tierna.
Reposo y horneado
Extiendo la masa por los lados del bol y dejo un hueco en el centro; así el frío actúa de forma más homogénea. Cubre el bol y refrigera 45 minutos a 1 hora. Este reposo es importante: al enfriar la grasa se solidifica y durante el horneado las galletas se expanden de forma más controlada, lo que favorece bordes definidos y centros suaves.
Precalienta el horno a 175 ºC durante los últimos 15 minutos de refrigerado. Mientras tanto, mezcla 1/4 cup de azúcar con 1 1/2 tsp de canela en un bol para el rebozado. Con una cuchara o una balanza toma porciones de 2 cucharadas (aprox. 34 g) y forma bolas. Reboza cada bola en la mezcla de canela y azúcar; eso crea la capa crujiente y aromática característica.
Coloca las bolas sobre una bandeja forrada con papel de horno dejando 2 pulgadas (unos 5 cm) de separación. Hornea 12–14 minutos; deben parecer ligeramente poco hechas en el centro al sacarlas, porque seguirán cocinándose con el calor residual. Deja reposar 5 minutos en la bandeja y luego pasa a una rejilla para que se enfríen por completo.
Acabado y presentación
El acabado tradicional de estas galletas es una superficie ligeramente agrietada con apariencia rizada. Para lograrlo, no aplastes las bolas antes de hornear; la expansión natural y la interacción del azúcar y la crema de tártaro crean la textura adecuada.
Si buscas un ligero brillo exterior, puedes rebozar una segunda vez en la mezcla de canela y azúcar justo al sacar las galletas, cuando aún estén calientes; la capa se adherirá mejor. Para galletas más grandes o más pequeñas adapta el tiempo de horneado en incrementos de 2–3 minutos, manteniendo el centro apenas blando.
Mi recomendación como repostera: pásalas a la rejilla con cuidado y evita apilarlas calientes; así conservarán la textura y no sudarán en el interior.
Notas, variantes y conservación
Estas notas recogen trucos prácticos y opciones para adaptar la receta según lo que tengas en la despensa. Empezando por las especias: puedes sustituir la mezcla individual por 1 cucharada de pumpkin pie spice si lo prefieres; en ese caso uso solo canela para el rebozado para preservar el perfil clásico del snickerdoodle. Mantengo esta alternativa porque simplifica la receta sin perder el carácter otoñal de la calabaza.
Respecto a textura y humedad, la combinación de mantequilla y puré de calabaza es la que aporta la suavidad característica. Si tu puré es muy líquido, escúrrelo ligeramente antes de medir; si utilizas puré casero, asegúrate de que no sea demasiado acuoso. La yema del huevo aporta riqueza sin exceso de líquido.
Conservación: una vez frías, guarda las galletas en un recipiente hermético. A temperatura ambiente se conservan bien 2–3 días; en el frigorífico aguantan hasta 6 días y la textura se mantiene mejor si las dejas atemperar antes de consumir. Para almacenamiento a largo plazo puedes congelarlas en una bolsa hermética hasta 3 meses: conviene separarlas con papel de horno para evitar que se peguen.
Masa y congelación: la masa puede congelarse cruda hasta 3 meses. Forma las bolas, colócalas en una bandeja en una sola capa y congélalas; luego pásalas a una bolsa. Para hornear desde congelado, añade 1–2 minutos al tiempo de cocción y vigila que se doren poco.
Errores comunes y cómo evitarlos: medir mal la harina (apretar en la taza) seca la masa; por eso indico gramos en los ingredientes. No refrigerar la masa acorta el control de expansión en el horno y produce galletas más planas. Y por último, hornearlas hasta que el centro esté completamente firme produce galletas demasiado secas; el punto óptimo es sacarlas ligeramente blandas.
Nota de revisión: receta revisada y mejorada 13 de diciembre de 2025.
Tabla nutricional
Valores aproximados por galleta (1 unidad):
| Elemento | Cantidad |
|---|---|
| Calorías | 136 kcal |
| Grasas | 5 g (Saturadas 3 g) |
| Colesterol | 18 mg |
| Sodio | 37 mg |
| Potasio | 50 mg |
| Hidratos de carbono | 20 g (Azúcar 11 g) |
| Proteínas | 1 g |
| Vitamina A | 960 IU (19% VD) |
*Valores estimados sobre una dieta de 2000 kcal.
Preguntas frecuentes
¿Puedo usar pumpkin pie spice en lugar de las especias por separado?
Sí. La mezcla comercial pumpkin pie spice sustituye a la combinación de canela, nuez moscada, jengibre y clavo. En esta receta uso la mezcla individual porque permite ajustar cada nota aromática; sin embargo, para simplificar basta con 1 cucharada de pumpkin pie spice en la masa.
Si eliges esa opción, mantén la canela sola en la mezcla para rebozar: así el acabado conserva el carácter típico del snickerdoodle, con un recubrimiento de canela destacando en la superficie.
Ten en cuenta que cada mezcla comercial tiene distinta intensidad: si tu pumpkin pie spice es potente, reduce ligeramente la cantidad y pruébala en una pequeña porción de la masa.
¿Se pueden hornear sin refrigerar la masa?
Técnicamente sí, pero no lo recomiendo. El refrigerado de 45–60 minutos estabiliza la grasa y concentra sabores; sin él las galletas tienden a expandirse demasiado y a perder la textura suave en el centro. Es una de las claves para un resultado consistente.
Si estás con prisa, enfría la masa en el congelador 15–20 minutos sobre la bandeja; no es lo mismo que el reposo largo, pero ayudará a controlar la expansión.
Otra alternativa es formar las bolas y refrigerarlas ya hechas: de este modo la masa mantiene la forma y el tiempo final de horneado es prácticamente idéntico.
¿Cómo adaptar la receta para galletas más grandes o más pequeñas?
Para galletas más pequeñas reduce la porción a 1 cucharada (aprox. 17 g) y hornea 9–11 minutos. Para galletas más grandes usa 3 cucharadas y aumenta 3–5 minutos el tiempo de cocción. Controla siempre el centro: debe quedar apenas blando al sacar.
Ajustar el tamaño cambia la proporción corteza/centro; galletas más grandes tendrán un centro más jugoso si respetas la temperatura recomendada de 175 ºC y vigilas el punto de cocción.
Usar una balanza (34 g por porción en la versión original) es la forma más fiable de obtener galletas uniformes y un horneado homogéneo entre tandas.
¿Puedo congelar las galletas ya horneadas?
Sí. Una vez estén completamente frías, congélalas en una sola capa sobre una bandeja; cuando estén firmes pásalas a una bolsa hermética o recipiente. Se conservan bien hasta 3 meses y mantienen la textura si las dejas descongelar a temperatura ambiente.
Para recalentar y recuperar cierta frescura, caliéntalas 5–8 minutos en horno a 150 ºC o 15–20 segundos en microondas; el calor corto devuelve algo de suavidad al interior sin resecar en exceso.
Si congelas masa en bolas, hornea directamente desde congelado añadiendo 1–2 minutos al tiempo indicado y supervisando el aspecto del centro.







